El procés y su megáfono internacional

Ya tenemos nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña. Joaquim Torra ha sido investido por 66 votos a favor, 65 en contra y 4 abstenciones. Resultado ajustado pero suficiente para desatascar el lío en el que, curiosamente, los propios independentistas se habían metido poniéndose ellos mismo palos a las ruedas una y otra vez.

Las declaraciones de Torra tras su investidura han sido prometedoras. Ha dicho literalmente: “…Primero, nuestro presidente es Carles Puigdemont. Segundo, seremos leales al mandato del referéndum de autodeterminación del 1 de octubre: construir un estado independiente en forma de república…” Todo un reto para Mariano Rajoy, que prometió levantar el artículo 155 de la Constitución tan pronto se constituyera un nuevo Govern.

             Quedan claras las intenciones del Parlament: seguir avanzando por el camino rocoso hacia la independencia. Las advertencias por parte del gobierno central de que nunca se deben pasar los límites de la legalidad siguen en pie y la postura siempre ha sido clara y rígida en este sentido. No hay lugar a negociación. Ahora queda por ver en qué momento Torra, siempre tutelado por Puigdemont, infringe la ley para comprobar cómo el 155 vuelve a recaer sobre la gestión de la Generalitat.

Así que a nivel interno de España el procés tiene siempre las de perder. Un gobierno sólido que desde el primer momento ha puesto los límites, sin que le tiemble la mano, y no va a permitir que se vulnere la ley. ¿Qué solución les queda a los independentistas? Traspasar la frontera. Ir más allá de la Jonquera y buscar un altavoz internacional que les brinde apoyos. No les queda otra.

Grandes fondos a su disposición

Para lograr este objetivo Cataluña nunca ha escatimado en recursos. Todos tenemos en la memoria el enorme gasto, en torno a los 12 millones de euros anuales, que se dedicaban a mantener sus quince embajadas repartidas por todo el mundo. Países en los que, lógicamente, ya había una embajada española. ¿Cuál era su propósito entonces?

Ahora los independentistas cuentan con nuevas embajadas simbólicas. Hasta hace pocas semanas, Bruselas era una de ellas. Pero su inquilino hizo las maletas y ahora ha abierto otra en Berlín. A su cabeza, Puigdemont, el expresident exiliado. Ya ha recibido, por cierto, la primera visita de un Joaquim Torra recién investido President de la Generalitat.

En Suiza se ha abierto otra delegación, en este caso con Anna Gabriel al mando. Pero no hay que olvidar que la lista de ilustres independentistas por el mundo no acaba aquí. Xavier Sala i Martín, economista, a quien recordarán por sus extravagantes americanas de colores en su paso por la directiva del Fútbol Club Barcelona, es otra de las importantes figuras del independentismo y está dando clases en la Universidad de Columbia.

 

Un buen dominio de los idiomas

Hay que admitir que los políticos catalanes que sostienen la bandera del independentismo están bien preparados. Su dominio de las lenguas extranjeras dejan al mismo Presidente del Gobierno en mal lugar. Puigdemont habla, aparte del catalán y el castellano, inglés, francés y rumano. Este último gracias a su mujer. En más de una ocasión ha demostrado habilidad y soltura al poder responder preguntas de la prensa tanto en inglés como en francés. Esto da más gasolina al motor independentista y logra hacerse un hueco en los medios internacionales.

La madeja de independentistas ilustres, entre los cuales, por cierto, se encuentran periodistas, ha sido capaz de colar en los periódicos internacionales de primer nivel artículos de opinión sobre el procés catalán, con el peligro que esto conlleva. El lector de The New York Times no leerá periódicos españoles de derechas e izquierdas para contrastar y razonar qué es lo que está sucediendo en España. Se queda como el catalán que solo ve TV3 o escucha RAC1, con solo una parte sesgada de la realidad.

Nuevo escenario, mismo problema.

Ahora nos encontramos con un reto. Por un lado, un nuevo Presidente de la Generalitat que ha prometido a su pueblo que seguirá trabajando para conseguir la república. Por otro, una promesa envenenada de Rajoy de levantar el 155 cuando haya un presidente limpio, que ni esté enjuiciado ni en prisión. Luego un expresidente huido de España y haciendo campaña en el extranjero. Nada más y nada menos que en Alemania, el corazón de Europa. Apasionante, ¿verdad?

Hace un par de años en los medios de comunicación había cierta preocupación sobre el futuro de la actualidad. Por un lado se esperaba que las aguas en cuestión política catalana volvieran a su cauce, y que los casos de corrupción, con el Partido Popular como principal diana periodística, no pudieran exprimirse más. Había miedo a un vacío que hasta podría borrar las tertulias políticas en televisión. No es que no se haya cumplido, es que cada día hay más actualidad, más noticias, más últimas horas y más temas a tratar. Gracias, periodismo.    

 

Sobre el Autor

Redactora jefe de Europea Media y Europea News.

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