El Tratado de comercio transpacífico, un espejo donde Europa debería mirar

Doce países, entre los que destacan Japón y EEUU, han firmado el acuerdo de comercio transpacífico (trans-pacific Partnership, TPP), que consiste principalmente en un tratado de libre comercio (eliminación o reducción de aranceles), aunque también regula campos como el mercado laboral, medio ambiente o derechos de autor entre otros.

La importancia del TPP radica en que los países firmantes abarcan el 40% de la economía mundial y casi un 45% del comercio internacional, por lo es un acuerdo que afectará a la economía mundial y a los patrones de comercio internacional. Como consecuencia de este acuerdo se estima que la economía de estos países crecerá en torno a un 3%, favoreciendo a las regiones más pobres que experimentan crecimientos en el PIB per capita en torno a un 10%. De esta forma, el TPP se antoja una solución tanto para mejorar las economías como para reducir desigualdades.

Europa no debe estar ajena a este tratado y debe ver el posible acuerdo de libre comercio con EEUU (Transatlantic Trade and Investment Partnership, TTIP) como una forma de impulsar su economía y ayudar a los países miembros a mejorar su crecimiento económico y dejar atrás la crisis económica.

Hay estimaciones sobre las repercusiones positivas que el TTIP generaría en España, mejorando la actividad económica y la creación de empleo. Según la CEOE[1] las cifras oscilarían en torno a 83.500 empleos al año durante los primeros cinco años y un crecimiento del PIB del 0,74% adicional cada año a largo plazo.

La eliminación o reducción de barreras arancelarias (aunque también hay que tener en cuenta las no arancelarias) beneficiará principalmente a los consumidores, ya que podrán acceder o bien a productos que actualmente no se encuentran en sus mercados por dichas barreras o bien a productos que ya están pero a unos precios más bajos debido a esta menor carga arancelaria. Así mismo, la entrada más competitiva de empresas extranjeras generaría otro efecto positivo en los consumidores debido a una mayor competencia con las empresas nacionales que se vería trasladada a los consumidores en productos a mejores precios y/o mayor calidad.

Por otra parte, también beneficiaría a las pequeñas y medianas empresas que quieran expandir internacionalmente sus negocios, ya que podrán acceder más fácilmente al mercado estadounidense, cuestión que actualmente les puede resultar complicada por no tener los musculos financieros, legales y administrativos para poder saltar las barreras arancelarias y no arancelarias que actualmente existen.

[1] Ver documento http://images.ozongo.com/xpress/iee_corporativa1/resources/image/ttip_completo1.pdf

Txema López Pina

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Publicaciones de la redacción del observatorio.

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