Asia_and_the_Pacific_UNESCO_Region_(orthographic_projection)

Por: Federico Weber, Felix Neuhauser y Luis Rengifo

El eje del mundo ha girado. El Atlántico se apaga lentamente mientras convergen el comercio, la innovación y la estrategia global en las aguas profundas del Pacífico. Hoy en día más del 59% de la población mundial vive en este lado del mundo (Asia Population (2025) – Worldometer, n.d.), al igual que más de un 55% del comercio (UNCTAD, 2023). Asia se ha consolidado como un gran jugador en las relaciones internacionales y a la cabeza de este se encuentra China, la que se quiere consagrar como la nueva potencia hegemónica en las próximas décadas. A lo largo de la historia los ejes de poder económico y tecnológico han ido cambiando en función de la industrialización, la política y lo social. En su momento fue Europa con la revolución industrial y luego tomó la batuta Estados Unidos en la Organizacion Mundial del Comercio y en el G7 con su poderío económico y motor tecnológico. Los podemos llamar el eje atlántico que han puesto las reglas del comercio, innovación, temas sociales y militares, además de todo lo demás que toque a la comunidad internacional.

Pero a pesar de este constante poderío a lo largo de los años, se ha empezado a observar el desplazamiento hacia el Asia-Pacifico. Actualmente estamos observando cómo el comercio, la innovación e inclusive la población ha crecido a pasos agigantados de ese lado del planeta, esto está reconfigurando el orden mundial e internacional. El proceso empieza con la reaparición de japón en el foco del desarrollo tras su reconstrucción, después de la segunda guerra mundial, este país experimentó un crecimiento sin precedentes desde ese momento, hasta la década de los 80s, convirtiéndose a lo largo de ese momento en la segunda economía más importante del mundo. Su desarrollo en los sectores de la automoción y la electrónica fueron motores de este desarrollo sin precedentes. Siguiendo el ejemplo de Japón, Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur, también conocidos como los tigres asiáticos, siguieron el ejemplo de japón y varias economías occidentales, orientándose a la exportación y creando un precedente para economías de países asiáticos aledaños, dando a conocer la estrategia para que una economía pequeña crezca, enfocándose en innovación tecnológica y educación. El cambio radical llegó cuando se unió China a esta transformación. A finales de los 70s, las reformas económicas aplicadas trasladaron al gigante asiático de ser una economía dirigida a abrirse al mercado. su mano de obra abundante y barata la convirtieron en la “fábrica del mundo” en años venideros. Este proceso fue el cimiento del traslado progresivo del polo de desarrollo tecnológico y económico, pasando de economías agrícolas o de manufactura de bajo valor añadido a sectores de mayor avance tecnológico.

Lo que ha ido cambiando es que Asia ya no solo produce en masa, como lo hizo durante bastante tiempo, si no que a día de hoy lidera en innovación tecnológica, papel antes ocupado por actores occidentales. las economías orientales han demostrado su talento e innovación en sectores tan variados como las telecomunicaciones, IA y automoción en el caso chino y la fabricación de microchips como lo es en el caso de Taiwán, sumado a diversos sectores, en su mayoría de manufactura de electrónicos y tecnología en general. Todos estos casos tienen un factor común, el impulso gubernamental. En el caso chino, Pekín es promotor de grandes proyectos y empresas y en el resto de estas economías se da de la misma manera. India y China con su innovación en comercio digital, Corea del sur con sus semiconductores y Japón con su dominio en robótica, no solo dominan la parte productiva sino también los sectores que van a definir el futuro de la economía mundial. El sociólogo y economista italiano, Giovanni Arrighi en su libro “Adam Smith en Beijing” afirma el ascenso de china y sugiere no sólo un desplazamiento de la economía mundial si no la posibilidad de la reconstitución del orden mundial centrado en Asia” (Arrighi, 2007). Esto nos deja en claro cómo los autores expertos en la materia están convencidos de que el orden mundial se asentara en este emergente sector del planeta.

El Indo-Pacífico ya no es simplemente un área geográfica, es el nuevo epicentro del poder económico global y está en proceso de convertirse en el punto clave de las cadenas de suministro mundiales. ¿O ya se ha convertido? Según los últimos datos de UNCTAD, los puertos asiáticos, en economías tanto desarrolladas como en vías de desarrollo, cargaron aproximadamente 4,6 mil millones de toneladas de bienes en 2021, lo que representa cerca del 42 % del total mundial de mercancías embarcadas, mientras que los puertos de Asia descargaron unos 7,1 mil millones de toneladas, o sea alrededor del 64 % de todo lo que se desembarca globalmente (UNCTAD, 2023). Los puertos de Shanghái, Singapur, Busan y Hong Kong por ejemplo ya no son meros nudos logísticos, son centros de poder blando y tecnológico. Han logrado atraer a multinacionales que desde finales del siglo XX, trasladaron su producción hacia estas metrópolis del mar en búsqueda de menores costes laborales y ventajas de eficiencia logística. Pero lo que comenzó como “Offshoring” – (el traslado de procesos y servicios de fabricación al extranjero, para aprovechar los costos más bajos. (Foro Económico Mundial, 2023)), se ha convertido en algo mucho más profundo. Asia ya domina buena parte de la innovación tecnológica asociada a la manufactura avanzada, la robótica, la inteligencia artificial y los semiconductores. Tecnologías disruptivas que antes se diseñan en Occidente hoy son desarrolladas y fabricadas en Asia, reduciendo sino casi anulando sustancialmente la dependencia tecnológica hacia Europa y Norteamérica.

Es de suma importancia destacar la importancia del impacto geopolítico que está generando este gran cambio. Estados Unidos percibe esto como una verdadera amenaza a su status de potencia hegemónica. con una guerra comercial en marcha desde el 2018 y el “bloqueo” por parte de Washington a Pekín respecto a los semiconductores. A su vez, la potencia norteamericana también ha incentivado alianzas como la AUKUS, entre Australia, Reino Unido y EEUU, para contrarrestar la influencia económica y militar de China. En este nuevo escenario, totalmente multipolar el poder se ve concentrado en varios bloques, lo cual genera nuevas rivalidades e interdependencias.