You´ll never walk alone

Esa elegancia británica, ese espíritu combativo que nunca dejó de luchar, ese inconfundible acento inglés… Cuánto te vamos a echar de menos, Michael. No hace ni dos meses que te escuchábamos comentar a tu querido Liverpool en Anfield contra el Atlético de Madrid. Es difícil imaginar un clásico en el que no escuchemos tus comentarios junto con Julio y Carlos en la cabina del Bernabéu.

Un futbolista que lo hizo todo, que consiguió llegar a lo más alto que nadie puede aspirar, y lo hizo con el equipo de sus amores. Ese triplete de la temporada 83-84 es sólo una pequeña parte de todo lo que nos has dejado. Y esa terrible lesión que te hizo dejar los terrenos de juego, sólo hizo que comenzase antes tu leyenda en el periodismo. 30 años después de ese momento tienes a tus pies a todos los que crecimos escuchando tus comentarios, viendo Informe Robinson, disfrutando de todo lo que hoy se queda con nosotros.

Qué duro es pensar que hace sólo seis días leíamos tus twits de lucha y agradecimiento por los mensajes de ánimo. Ni siquiera esta cruel enfermedad pudo borrarte la sonrisa del rostro ni dejar de usar tu fino sarcasmo. “Me siento un fraude, porque debo de ser el único enfermo de cáncer que ha engordado”, decía justo antes de empezar una batalla que hoy nos arrebata a uno de los más grandes.

Se dice muchas veces, “sólo muere quien cae en el olvido”, y si de algo estoy seguro es de que la huella que has dejado en la profesión que tantos amamos, será para siempre. Los comentarios de Julio quedarán vacíos sin su fiel compañero inglés, las tardes de fútbol serán más tristes sin esa inmensidad de anécdotas que recopilaste en tan sólo un año en Osasuna.

Es imposible expresar en estas pocas líneas la admiración y gratitud que sentimos tantas y tantas personas por tu figura. Tu legado será tan imborrable como tu acento, ese que tanto chirriaba en tus inicios y que tanto vamos a echar de menos. Gracias a Alfredo Relaño por confiar en aquel joven que acababa de dejar el fútbol para convertirse en uno de los más grandes comentaristas que hemos tenido la gran suerte de escuchar. Y cómo no, gracias a ti Michael, por compartir tu sabiduría, por llenar esos silencios de cada tarde de domingo, por enseñarnos que lo más importante en la vida es mantener la sonrisa hasta el final. Allá donde estés, ni perderás tu acento, ni caminarás sólo.

José María Martín García

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